El orden también es parte del proceso creativo 💫

El otro día me di cuenta de algo: tengo una cantidad enorme de material visual hecho a lo largo de todas las clases que fui dando en mi taller de Proceso Creativo. ¡Más de 600 clases virtuales! (666, si no me equivoco 😅).

Cada encuentro deja su huella: apuntes, demostraciones, ejemplos de color, ejercicios de composición… todo ese material que voy armando para enseñar, también se convierte en un archivo valiosísimo para seguir creando.

Claro, el problema era que tenía todo desparramado: hojas sueltas con mezclas de acrílico, esquemas de color, ideas para futuras clases, recortes, notas. Un caos colorido. Así que aproveché el finde —en piyama, por supuesto— y me dediqué a ordenar.

Primero separé todo por categorías (color, materiales, técnicas, composición, teoría, etc.). Después los fui guardando en folios transparentes —mi fetiche organizativo— y finalmente todo a una carpeta tipo acordeón de oficina. Y listo: ahora tengo mi pequeño archivo docente-artístico al alcance de la mano.

Más allá de lo práctico, me hizo pensar en lo importante que es tener un registro de lo que hacemos, seamos docentes o no. Cuando mirás hacia atrás y ves todo lo producido, tomás verdadera conciencia del camino recorrido. Es una forma de reconocerse, de entender el propio proceso, y también de tener un punto de partida para nuevos proyectos.

Quién sabe, quizás de todo este material surja algo más grande: un manual, una guía de recursos, o simplemente una bitácora visual del recorrido.
Por ahora, me quedo con la satisfacción de haber ordenado —y de haber recordado cuántas cosas fueron pasando clase a clase—.

Tengo alma de oficinista, lo admito (debe ser que mis primeros trabajos me marcaron para siempre 😂). Pero esta vez, el orden no vino a apagar la creatividad, sino a darle lugar para seguir creciendo.

A veces pensamos que crear es solo dejarse llevar, manchar, experimentar. Pero el orden también tiene su belleza. Es otra forma de mirar lo hecho, de darle espacio y sentido.
Ordenar no es poner límites: es abrir caminos nuevos. Porque cuando todo encuentra su lugar, también nosotros encontramos el nuestro dentro del proceso.