Lápices comunes y lápices acuarelables grandes aliados: dos mundos para explorar

Si hay algo que me apasiona del dibujo es que no hay una única forma de hacerlo. Existen materiales que nos acompañan desde siempre —como los lápices de colores comunes— y otros que vamos descubriendo en el camino, como los lápices acuarelables, que se convirtieron en uno de mis grandes aliados creativos.

Ambos tienen sus propias posibilidades y lenguajes. Los lápices comunes nos dan control, nitidez y una amplia gama de colores que usamos desde chicos. Los acuarelables, en cambio, abren la puerta al juego con el agua, las manchas, las transparencias y los efectos inesperados.

Lo mejor es que no hay que elegir entre uno u otro: se pueden mezclar, superponer, complementar. En mi trabajo, me gusta sacar lo mejor de cada uno, y en este articulo  te cuento por qué los lápices acuarelables se volvieron una herramienta infaltable en mi mesa de trabajo.

Cómo uso mis lápices acuarelables (y por qué soy fanática de ellos)

Una de las cosas que más disfruto del dibujo es experimentar. Me gusta relacionarme con los materiales desde un lugar libre, curioso y sin ideas rígidas. Creo que cada uno tiene su propio lenguaje, y descubrirlo es parte del proceso creativo. Probar, mezclar y ver qué pasa es lo que me mantiene conectada con lo que hago.

Y si hablamos de materiales versátiles, ¡los lápices acuarelables se llevan todos los premios! Son flexibles, accesibles y tienen un potencial enorme para lograr efectos únicos. En mi experiencia, puedo usarlos de muchas maneras, pero tengo cuatro formas favoritas que quiero compartir con vos:

  1. Como lápiz común
    Simple: dibujo con ellos como lo haría con cualquier lápiz de color. Así de fácil.
  2. Como acuarela con mucha agua
    Aplico agua sobre el trazo hasta que se forma un efecto tipo charco. Las manchas que se generan son súper interesantes y casi impredecibles.
  3. Mojando la hoja antes de dibujar
    Humedezco la superficie antes de trazar. El lápiz reacciona diferente, y me da una textura más libre y espontánea.
  4. Mojando la punta del lápiz
    Esta quizás sea un poco controversial, ¡pero la amo! El color se intensifica muchísimo y puedo controlar mejor la carga de pigmento.

Con respecto a los lápices de colores comunes

En el taller muchas usamos tanto lápices comunes como acuarelables. Hay una variedad infinita de lápices comunes, desde más grasos, desaturados, más cremosos, lo interesante es que se pueden mezclar entre sí sobre una misma superficie. No hay límites: verdes, azules, amarillos… todos pueden convivir y dar lugar a matices impensados.

En una de las clases virtuales que está disponible en el IGTV del taller, mostré cómo trabajar con lápices acuarelables Stabilo para lograr efectos súper ricos, sin que el resultado quede con esa impronta “escolar” que muchas veces se asocia a este material.

Lo que sucede cuando empezás a mezclar colores es mágico. Se generan veladuras, capas superpuestas que suman profundidad, movimiento y volumen. Como los lápices, que me gustan a mí,  suelen ser más cremosos, el pigmento fluye sin necesidad de apretar. Esa fluidez me encanta.

Además, amo la textura que dejan en la hoja. Disfruto muchísimo la trama que se va formando capa por capa, línea por línea. Es algo que no siempre se dice, pero mirar de cerca cómo está armado el dibujo también es parte de la experiencia.

Crear es mucho más que elegir un solo lápiz y ponerse a hacer líneas. Es conocer tus materiales, jugar con sus posibilidades y encontrar lo que cada uno puede darte. Tanto los lápices acuarelables como los lápices comunes,  tienen un mundo enorme por descubrir. Y si te animás a experimentar, ese mundo se vuelve aún más interesante.

Así que ya sabés: abrí tu caja de lápices , probá, mezclá, mojá, superponé… y contame, ¿cuál es tu forma favorita de usar los lápices?

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